¿Tu fisio te cruje?
Cuando un fisioterapeuta “cruje” a un
paciente (en el sentido terapeútico) la reacción de éste puede ir desde el
entusiasta “Mi fisio es buenísimo, siempre que voy me cruje y me deja nuevo”,
hasta el aterrador “Ese fisio es un animal, pensé que me rompía algo ¡no
vuelvo!”. Esta forma de percibir el tratamiento determina, en parte, si debe o
no aplicarse de nuevo, ya que el hecho de que se oiga el crujido no tiene mayor
importancia terapéutica que la del valor que le dé el propio paciente, ya sea
positiva o negativa.
Pero para desmitificar este tratamiento
y poder valorarlo en su justa medida, será mejor empezar por el principio y
explicar en qué consiste.
Las técnicas de trust (que así es como
se llaman) sirven para restablecer la movilidad natural de una articulación.
Mucha gente piensa que les están recolocando los huesos, pero en realidad se
trata de desbloquear y permitir que el cuerpo recupere la movilidad correcta.
En realidad lo importante del tratamiento no es que suene, sino que el
movimiento de la articulación a tratar se corrija, y el crujido no quiere decir
que esté todo correcto,. Así que haya ruido o no, el terapeuta siempre tiene
que volver a TESTAR para comprobar si realmente se ha producido el cambio que
se pretendía provocar.
En general son tratamiento muy agradable y el único sonido que pueden llegar a
provocar en el paciente es un ronquido.
Este tipo de manipulaciones suelen hacer
crak, catacrack o algo por el estilo… y este ruido puede tener un gran efecto
sobre el paciente (especialmente en deportistas) ya que muchas veces suponen la
parte “visible” (aunque en este caso sería más correcto decir “sonora”) del
tratamiento. Es como si ese crujido permitiera al paciente comprobar que
realmente le están haciendo algo. Y aunque el ruido no tenga un valor físico sí
tiene un valor terapeútico, ya que influye en la actitud del paciente.
Pero no siempre son adecuadas este tipo
de técnicas, ya que a algunos paciente les pueden resultar demasiado agresivas,
provocándoles una tensión totalmente desaconsejable. Así que el terapeuta debe
valorar cual es la mejor manera de tratar cada caso en particular.
Y es que hay alternativas de tratamiento
muchos más suaves que no implican ningún tipo de movimiento brusco.
Un ejemplo son las llamadas técnicas blandas o de tejidos blandos que son una serie de maniobras de posicionamiento, presión en puntos dolorosos, estiramientos y contracciones,etc que realizan el mismo efecto del trust de una manera más suave, se usan en situaciones de mucho dolor,o en las que la aplicación de trust esté contraindicada o muchas veces para reforzar la acción de éste.
Otro ejemplo de este tipo de tratamiento
son las TÉCNICAS CRANEOSACRALES, que son especialmente delicadas con el
paciente y que consisten en valorar y tratar el movimiento del cráneo, el sacro
y las membranas que los unen (meninges). A pesar de ser las más suaves, estas
técnicas pueden desencadenar reacciones muy potentes. Sin embargo, a pesar de
su eficacia, el paciente no tiene una constatación inmediata de que le están
haciendo algo, como ocurre con los “crujidos”. Más bien al contrario, los más
escépticos pueden tener la sensación de que no les están haciendo nada.